jueves, 5 de enero de 2012

Duke

">Hoy me desperté con una extraña sensación en la yema de los dedos. Fue algo así como si al despertador le faltase el minutero o a la camisa le faltasen un par de ojales o al periódico nuestro de cada día le faltase un desastre definitivo en su primera plana. Todo transcurrió con la perfecta apariencia de los gestos cotidianos de la primera hora de la mañana hasta que acerqué a mis labios la taza de café y pude constatar que mi dedo corazón de la mano izquierda carecía de huella. Al principio no encontré una explicación racional a tal fenómeno; pero últimamente no encontraba explicaciones racionales a tantas cosas... así que tampoco puedo decir que me sintiese del todo sorprendido o contrariado. De hecho, no recuerdo haber pensado ni por un momento en despertar a mi mujer o acudir al hospital o consultar la wikipedia.

Lo cierto es que recordé que esa misma noche me había soñado convertido en Ellington. Estábamos de gira, al final de un concierto en Pittsburgh. Era al final de los años treinta. Alguien de la banda me había dicho que tenía que hacerle una visita a un tal Billy Strayhorn, un tipo que trabajaba en una farmacia y que tocaba como nadie "Sophisticated Lady". Al final del concierto subí a un taxi y fui a su encuentro. Dios, aquel tipo tenía algo especial. Pasamos un buen rato tocando y hablando de música. Antes de marcharme y de que amaneciera le pedí que me hiciese una visita si algún día se dejaba caer por New York. Cuando vino a visitarme no recordaba exactamente la dirección; entonces dibujó unas notas en un papel como si se tratase de una especie de plano, a fin de encontrar el camino. Aquellas notas eran "Take the A train".

Y entonces sonó el maldito despertador con su maldita puntualidad y me desperté con una extraña sensación en la yema de los dedos.

Creo que, por encima de todo, Duke tenía un oído excepcional. Nadie es capaz de marcar el ritmo al piano con apenas unas notas como lo hace Ellington, al menos nadie que yo conozca. Tampoco conozco a nadie con el dedo carazón de la mano izquierda sin huella. Tal vez sirva para tocar el silencio.



2 comentarios:

  1. Menudo sueño,..., lo que está claro es que la huella se la han dejado en nosotros.

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  2. Para mí es uno de los padres del jazz,donde se funde la destreza,la imaginación y la intención en una solida interpretación capaz de ofrecernos una gran verdad genuina dicha por un gusto esquisíto,haciendo grande nuestros corazones,haciéndonos sentir como niños,curiosos,alegres y divertidos,hacernos sentir de lo sencillo,lo divino.

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